miércoles, 29 de febrero de 2012

La noche en que Luz Casal hizo extasiar

Labios apretados, la emoción contenida en garganta y pecho. Puños cerrados. Éxtasis y, al tiempo, silencio. El espectador no puede más que, si acaso, susurrar las letras de sus melodías. Luz Casal logra lo que pocos. Inundar con su voz el escenario, atrapar, enganchar, enamorar. Hacer que la escuchen. Que nada, ni la música ni los cánticos de su público, esté por encima del sonido que expelen sus pulmones.

Su voz acaricia, su sonrisa hipnotiza, y sus brazos, sus brazos dibujan las palabras que formula poco a poco, como si se tratara de un juego de mímica. Como si intentara hacer llegar su mensaje a través no sólo de su canto, si no de su cuerpo.

In crescendo. Casal fue de menos a más, del bolero al rock, de la serenidad del público a la intimidad con él, a crear, sobre todo, una atmósfera de romanticismo y alegría que los mil 500 asistentes al Teatro Diana agradecieron con una lluvia de aplausos que restalló, principalmente, al final de la velada. Piensa en mí, Lo eres todo, Gracias a la vida e Historia de un amor fueron las canciones más coreadas y celebradas.

La que se presentó anoche fue una Luz Casal fresca y serena. “Quiero ver el rojo del amanecer, un nuevo día brillará, se llevará la soledad…”, fue la estrofa que la española intentó que los tapatíos corearan con ímpetu al principio del concierto, pero, a cambio de ello, recibió un tímido cántico. Ante ello, la artista aseveró: “No estuvo mal, pero siempre puede estar mejor”. Los aficionados rompieron en risas.


Continuará... espero...